Folletos ecológicos

lunes, 24 de enero de 2011

Soledad

Me gusta la Soledad.
Hay momentos en los que uno solamente desea estar únicamente consigo mismo, momentos para reflexionar, descansar, pensar un rato o simplemente estar de ociosos.
Me gusta estar solo a veces; mi habitación es mi templo con llave y candado. Estar aquí encerrado haciendo cosas y velando sólo por mis intereses me es gratificante, ya sea viendo una película, apreciando un buen disco de música, jugando un videojuego excelente, ejecutando algún instrumento, leyendo un buen libro o tomando una siesta… estar sólo es chingón. E inclusive, cualquier lugar (sí, cualquiera) en el que el mundo me parezca distante y sólo mi presencia se distinga en el aire que exhalo.
Y es cuando estoy solo cuando no debo temer de hacer lo que quiera o preocuparme por la opinión pública (la puñetera presión social), ahí es cuando puedo estar desnudo en mente y vivir una bizarra libertad interior al proclamarme mi propio Dios y bailar como loco hasta el cansancio.
También al estar solo puedo pensar en muchas cosas y ninguna a la vez, hacerme de conocimientos ficticios que sólo sirven a mi solitaria psique, sacar a relucir mis enciclopédicos recuerdos de todo y nada. Nadar en ideas remotas, pensar en mis asuntos, darle vueltas a la vida y reacomodarla a mi gusto… me encanta.
Estar sólo igual consta de no tener el Messenger, Facebook  y esas felaciones encendidas… es curioso, pero hay momentos en los que no quisiera meterme a esas cosas, pero sucumbo y acabo fuera de mi dulce soledad. Creo que tengo mis razones para ello. Aunque claro, hay gente con la que me gusta muchísimo hablar vía Messenger pero no siempre traigo ganas de encender la portátil y estar muchas horas mamando la teta electrónica. Aunque es raro que mientras más nos conectemos a esas redes, más nos alejamos de nuestros seres, concordarán conmigo que no es lo mismo estar en frente de una persona a estar enfrente de una pantalla escribiendo algo para esa misma persona.
Hay horas en las que necesito un espacio para mí mismo. Alejado de todos. Cercano a nadie.
Hay gente que tiene una cierta tendencia a cagarme el palo cuando está conmigo. Y ciertamente por esos pocos me gusta optar por la soledad. Hay gente que simplemente detesto y quisiera estar alejado de ellos lo más posible por un tiempo.
También hay gente que me cae a toda madre y que a mi parecer son bien chingonas. No sé qué tengan, pero hay algo en ellos que me llama la atención y me hacer querer dar más a esa gente  y pasarla en grande. Aún hay benevolencia en este jodido mundo.
Mí –disfuncional- familia en su mayoría no entra en la descripción de arriba. Son pocos los familiares que realmente me caen bien, algunos me caen normal y unos pocos son tan buenos como una patada en los cojones; éstos últimos en mi familia directa… demasiado cerca de mi, peligrosamente cerca.
Quizá todo es debido a la disfuncionalidad de mi misma familia, o quizá soy yo el disfuncional anormal… quizá soy el felino en la familia de canes.
Mierda, me estoy saliendo del tema.
Bueno, ahora ya saben por qué me gusta la Soledad.
Ya sabes por qué el estar solo, amigo
hay momentos en los que silencio hay poco
y en ellos, yo me torno aún más loco
no me gustan las demás espigas de trigo
Nosce Te Ipsum
Curioso… eso de arriba lo escribí bastante tiempo, en un momento en el que me sentía bastante molesto con mi situación actual. Ahora que lo vuelvo a ver, me doy cuenta de que pasa que la subjetividad del momento te puede nublar el juicio y hacerte ver espejismos.
En fin… que la realidad no es tanto así como la describo en este post, pero tampoco está del todo alejada mi descripción. Ustedes juzguen.

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