Folletos ecológicos

lunes, 27 de diciembre de 2010

Asuntos Patriarcales

Hoy Reinhardt tiene muchas ganas de escribir.
Lo que me motiva es nada más y nada menos que hoy, después de bastante tiempo, lloré de nuevo. Dejen les cuento mi corta, pero cargada historia… todo sucedió hace muchas horas:
Veníamos de casa de una tía (pues ella había hecho un rezo a la Virgen de Guadalupe), éramos mi padre, mi madre, mi hermano y yo; pensé en primera instancia que saldríamos al cine como escuché que mi madre dijo que le habían dicho. Pregunté entonces al líder patriarcal que si íbamos al cine a lo que él respondió (entra otras cosas) un seco “no”, entonces le pregunté si no íbamos a pasear o a andar por alguna plaza un rato a lo que él (un poco más alterado) dijo entre otras cosas que suprimí un más rancio “no”. Vale, entonces acepté que no saldríamos a andar ese día y nos quedaríamos en casa.
En fin, no les contaré el trayecto carente de gracia… llegamos a la casa, bajamos los trastes y cachivaches que llevamos al rezo y nos acomodamos en la casa. Como sabía que las televisiones del segundo piso iban a estar abarrotadas por los emergentes invasores, ideé un plan muy bueno: “Bajarme la portátil (con todo su equipo de ventilación) a la sala para tenerla para mi solito al lado de mi recién adquirida guitarra*Bajé tranquilamente y sin molestar a nadie mis cosas y me dispuse a rasguear esas 6 cuerdas. Entonces, recordé que tenía pendiente “Keeper of the Seven Keys” de los Helloween y la había dejado en una pestaña del Internet Explorer abierta [Verán que yo suelo hibernar mi laptop] y la intenté un rato. Después, tomé mi celular y con el random puesto, empecé a buscar rolas para buscar sus acordes en Internet e intentarlas en mi reciente guitarra.
En fin, me la estaba pasando padre yo en esa soledad junto a mi guitarra y viviendo la vida a mi mero gusto. Intenté una de Radiohead, Medina Azahara, Mägo de Oz, Stratovarius y Helloween. ¡Coño!, todo iba bastante bien hasta que me doy cuenta que mi **** papá estaba grabándome con la Blackberry y me empezó a decir “hey tú, friki, voltea a la cámara” con una risa tan mamoma e idiota… me cago en la puta madre de Satán. No tuve más remedio que verle el hocico (estaba como a 3.5 metros de él) y decirle que no manchara, quizá al verme “nada alterado”, se largó sin más.
Bueno, lo que sigue ya se me hace más difuso. Llegó un punto en el que mi madre bajó al piso a donde yo estaba y al verla, no tuve más que empezar a llorar; creo que todos concordamos en el que la imagen de una madre es la imagen de ternura y compasión por antonomasia, y que si recordamos nuestra época más infantil, nos veremos siempre recurrida a ella. Pero bueno, el punto es que le expuse mi punto (aunque de una manera vaga, he de asegurar): Tengo un trauma del carajo con que me graben, y mis papás lo saben. Saben que violar mi privacidad ya es algo que me pone enfermo, que me caga, que me aborta la madre, que simple y sencillamente me emputa.
Pero bueno, creerán que hasta aquí va la cosa, ¿no? Dejen les cuento que por cuatro días completos, mi hermano y un servidor estarían con esa persona de la cual no usaré su apelativo familiar. Cuatro enteros e hijoputas días con esa persona que tanto me… bueno, y lo peor que sin acceso a Internet, sólo una méndiga televisión sin señal de cablevisión. Mierda… ya me hacía la idea del maldito y eterno momento. Lo que es peor es que en cuanto yo me fuese, mi adoradísima Engel llegaría al pueblito… ¡no me jodas! Maldición… todo eso ayer.
Como paréntesis, les cuento que pasé parte de la noche de ayer con mi hermano viendo videos y andando en juegos de terror de la Internet. Sabrán que nos inyectamos una buena dosis de miedo con eso.
Como se suponía saldríamos temprano, nos mandaron a dormir temprano y yo me dormí (relativamente) temprano. En fin, entre que me despertaba repentinamente porque según yo “escuchaba cosas y veía sombras moverse” y que me tallaba el ojo izquierdo porque me picaba un poco, estaba durmiendo tranquilamente. Vaya, todo andaba bien hasta que Él se apareció por ahí. Se metió a la cama con nosotros y pidió que lo abrazáramos; yo, sin más remedio tuve que abrazarle junto a mi hermano, poco a poco me alejaba de él hasta ponerme a una distancia prudente y reanudé mi necesario sueño, que antes se había basado enteramente en pesadillas.
Soñé que mi padre reaccionaba ante lo que me había pasado y que de una manera muy amable y sincera (algo rarísimo en él) me pedía disculpas y prometía no hacerlo nunca más… hombre, hasta pensé que mi sueño era una guajira y hermosa realidad…
Pero justo cuando se acababa de disculpar, en la realidad su presencia me despierta toscamente (como ya es costumbre suya) y nos manda a vestirnos para que nos pudiéramos ir. “Bueno… pues ya qué. Sólo fue un sueño” pensé, quería comenzar a llorar de nuevo, pero sólo solté unas pocas lágrimas. Me vestí, condenado a una cruel sentencia y empecé a preparar mis cosas para bajarlas y subirlas al carro, pensé que ya no tenía de otra, hasta que la Diosa de la Buena Suerte me dio un gran abrazo.
Tal parece que Él no iba a ir a fin de cuentas al trabajo, porque alguien lo iba a sustituir y no sé qué tantas mamadas.
Aún así, hoy hablaré más a fondo al respecto con mi madre. Sólo he de esperar a que llegue a la casa. Por otro lado, escribir lo que me pasó me hace sentir un poco más aliviado.
Nosce Te Ipsum
*Navidad: Les cuento que para Navidad, yo me autoregalé una guitarra (que le fue comprada al buen Frank) y un par de discos: el “7th Symphony” de los Apocalyptica y un recopilatorio de discos de Robert Schumann llamado “Quadromania.

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