Folletos ecológicos

domingo, 31 de octubre de 2010

Desvélate

Hoy te irás a dormir pensando en esto, quizá no deberías leerlo si un dulce sueño es lo que esperas, cosas terribles he vislumbrado sobre tu sueño, está en ti seguir leyendo estas líneas, quizá por morbosidad o quizá por curiosidad, en cualquier caso recuerda que no será nada lindo.
Parece que sigues aquí… comencemos. Di tus plegarías, todo ha comenzado. Te despiertas en un lugar oscuro, brumoso y con una esencia a hierro que infecta el aire, te levantas y te percatas que el cielo llora sangre, a pesar de ser sólo una llovizna tratas de buscar refugio, pero lo que ves en el horizonte es sólo un páramo sin rastros de civilización. Te volteas y ves una montículo de algo en llamas, te acercas para ver y te das cuenta de que una montaña de cadáveres está siendo calcinada por un misterioso fuego, pareciera que éste se alimentara de la sangre que llovizna, pareciera que inclusive respira esa pestilencia que te asquea; te alejas confundido de ahí y sientes una respiración en la espalda, un hálito que te inyecta una gran dosis de terror. Gritas y volteas de golpe, ves un espectro negro que desaparece con una punzante risa demoniaca. Quedas estupefacto y empiezas a correr sin rumbo fijo, tu pulso se acelera drásticamente, empiezas a sudar frío y a temblar. Te acabas de resbalar con algo, te levantas y ves que son cenizas fosilizadas, eso te deja unos raspones en las manos, y hasta ahora te vienes a dar cuenta de que estás desnudo, empiezas a sentir el frío como una penetrante daga en carne tierna. El congelamiento es inminente, ves una poza de sangre, te acercas y la tocas con un dedo, sientes que está tibia; te metes y la sientes acogedora y cálida, le agradeces a los negros cielos por tan bella suerte. Felicidades, la locura se ha vuelto tu sombra. Tocas el fondo y sientes astillas, sacas un puñado de ellas y ves que son huesos rotos en miles de fragmentos. Eso no te viene importantando y tratas de disimular que no te dolió, aunque en realidad sí, cualquier dolor es mejor al frío con el que pudiste haber muerto. Unos momentos después, escuchas que algo se mueve, te sales de la tina de sangre y vislumbras a una forma humanoide… ésta te ve y toma una actitud hostil, corre hacia ti, escuchas su grito de guerra y te paralizas. No hay tiempo para correr o escapar, tomas el arma que está a tu lado. La adrenalina satura tu cuerpo, empuñas lo que parece un colmillo gigante y atacas al humanoide. Fallas y éste te deja inconsciente… en ese lapso llegan recuerdos de tu vida pasada y sólo en una incógnita piensas: “Dios, ¿por qué me has abandonado en este infierno?”. Te despiertas, un engendro está a tu lado, está dormido, miras a tu alrededor y ves a un grupo de seres extraños, gateas y tratas de escapar, pero tus intentos se ven amenazados por algo que se mueve en un pasillo cercano, tomas una oportuna roca puntiaguda y esperas a que llegue el momento… le has dejado con el cráneo hecho pedazos, lo miras con su materia encefálica chorreando y ves que era un ser humano… empiezas a llorar, pero tu llanto no despierta a los seres que estaban dormidos, pues para ellos es más como una plácida canción de cuna; escuchas de nuevo esa risa punzante, te volteas y nada hoy. Dejas de lamentarte y tomas la ropa de tu ya muerto ser, te vistes con esas curiosas prendas. Encuentras una salida, tomas una antorcha y exploras el oscuro exterior; el fulgurante fuego de tu antorcha parece hablarte en un idioma extraño, lo ignoras hasta que pronuncia algo comprensible: “Corre". Acto seguido, el fuego se apaga y una horda de sombras de varias formas y tamaños viene hacia ti, corres a toda marcha… un proyectil besa la carne de tu pierna y tu impactas contra el pedregoso suelo, sangras y sientes un agudo dolor, eso no te impide seguir corriendo. Lloras mientras corres en esa obscuridad que no hace más que acercarte a la locura. Después de unos minutos te das cuenta de que nada te ha perseguido, todo ha sido una alucinación la oscuridad se ha ido. Una rabia invade tu cuerpo, luego te ves ahogado en un pesar inmenso. Empiezas a llorar, pasan horas y pides una intervención divina. Miras a tu izquierda y ves algo parecido a un altar de sacrificios, el cual tiene restos de un ser vivo. Miras una piedra con un dibujo de lo que parece un ser alado… ¿el Ángel de la Muerte? Estás en el comedor del monarca del reino de los muertos, un vacio se apodera de ti. Te recargas en el altar y hórridas memorias llegan a tu mente, la presión que ejercen sobre tu débil mente es brutalmente sobrenatural; lo más oscuro de la realidad llega a ti en una mezcla incomprensible, caes silenciosamente y ves el cielo… es negro. La sangre empieza a caer más y más fuerte, ocurre un épico monzón infernal, y empiezas a flotar en esa afluente carmesí. No eres más que una patética víctima dejada a su suerte un pobre diablo abandonado en el infierno, sientes un cosquilleo en la espalda, metes la mano al agua y agarras una sanguijuela, la miras con tus cansados ojos y la muerdes, sabe deliciosa, todo un manjar. La locura ahora es contigo una sola. Escuchas de nuevo a esa risa y te dice algo: “Tu dolor es mi éxtasis, me carcajeo de tu sufrimiento, me has incitado a más y más por el resto de Mi eternidad”. El cielo negro se torna enceguecedor, el miedo puro es el aire que respiras, tus pulmones son contenedores de los innombrable de las sensaciones negras del hombre, no sabes qué te depara el futuro, no sabes si ya moriste y vives el infierno, tus sentidos dejan de funcionar, quedas en un bello estado catatónico. Oyes una sinfonía compuesta por gritos desgarrantes que laceran tus oídos, los seres infernales son los artistas y tú eres el público, no puedes soportar más pero aún así nada lo puede parar. Las arenas del tiempo se han detenido en tí, levitas en un mundo obscuro, tu aura es un punto de luz en un universo de oscuridad absorvente. Cierras los ojos y empiezas a rezar de nuevo, es más que inútil, tu pesadilla acaba de empezar. Sólo te resta resignarte, el destino te ha dejado botado como menos que escoria… escuchas la risa del Ángel de la Muerte por última vez. Un sonido familiar te despierta, estás en tu cama, nada ha acontecido realmente, sólo ha sido una noche de paso en el averno. Empiezas a llorar con tan sólo recordarlo, tus lágrimas se quieren suicidar. Desvélate por la eternidad querido lector, a menos que quieras vivir éste infierno. Recuerda que yo te advertí, so morboso, ni te atrevas a reprochar cosa alguna. 
La curiosidad mató al gato, y a ti te condenó a un insomnio eterno.
Nosce Te Ipsum

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